Las novelas
de Alina Tortosa tienen el encanto de lo que transcurre con naturalidad. Sus personajes son gente de clase media,
culta o semiculta, artistas o aspirantes a serlo, profesionales bien asentados
en el buen tono de la eficacia mezclada con cierto aire de transgresión
creadora. No hay sordidez, no hay más,
no hay psicopatías, la violencia es sugerida por mínimos y siempre inteligentes
destellos de ironía, y el sexo, cualquiera que sea el modo de concretarlo,
expresa la normal complacencia del animal humano con su cuerpo. Alejada del
hermetismo y de cualquier receta de comunicación efectista propuesta por la
vanguardia o por el mercado, la originalidad de Alina Tortosa consiste en desmitificar
lo real de cualquier intromisión sacra o vandalismo demoníaco. El misterio está en el suceder de los hechos,
en las alegrías y las tristezas de ser habitantes de una construcción
paradojalmente destinada a consumarnos y cosumirnos. Esa es la vida que Los
anteojos de Clara descifran con racionalidad y belleza, procurando que lo
ilimitado del saber consciente repare las roturas subjetivas, la entrañable
imperfección del gesto que se da sólo para ser reconocido.
Luis O.
Tedesco
Ilustración
de tapa: Alina Tortosa
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Tortosa,
Alina, “Los anteojos de Clara”, Nuevohacer / Grupo Editor Latinoamericano,
Buenos Aires, 2004.
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