Vivo en Uruguay desde
el 2008. Quiere decir que paso la mayor
parte del año en Pan de Azúcar, Uruguay, cortas estadías en Buenos Aires cada
mes o mes y medio y durante los últimos tres años algún viaje a Lima Perú, a
visitar a mi hermana y su familia, y algunas semanas a Europa. Pasé muchos años
sin viajar más allá de Uruguay y Buenos Aires.
¿Por qué escribo sobre
esto ahora? Porque ayer fue el
cumpleaños de Flor Rubio, una de mis amigas uruguayas y pensé en lo
que aprendí de Flor y de otros amigos uruguayos. Me expreso mal, no es lo que aprendí de ellos,
porque aún no le he aprendido, si no lo que aprecio de la manera como se relacionan
entre ellos y conmigo.
Soy porteña, y si bien
no adhiero al criterio bastante difundido de que los porteños son mal educados,
lo que puesto así se traduce como que todos los porteños son mal educados, si
veo que mis amigos uruguayos bien educados son mucho más tolerantes con las
limitaciones y las actitudes de los demás que los porteños bien educados, grupo
al que considero que pertenezco. Son más
comprensivos y menos críticos.
Gracias Flor, Joannie,
Patrizia, Gastón, Teresa, Eduardo –Jorgin, In Memoriam – y muchos más.
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