She walks in beauty like the night…
Salí a la galería y la noche me recordó esa primera
línea del poema de Byron que G citó tantos años atrás sentado al borde de la
pileta del Edén Hotel en La Falda. Yo caminaba por el borde de la pileta hacía
él y cuando estuve a su lado la dijo. Entonces yo era She. Hacía pocos días que
nos habíamos conocido y estaba enamorado de mi, o seducido por mí, sin que yo
me lo hubiese propuesto. Y digo
seducido, porque la seducción implica un enajenamiento del pensamiento. Yo evocaba en él un ideal que no tenía
necesariamente que ver con quien yo era.
Esa misma tarde, al borde de esa misma pileta, me preguntó que quería de
la vida. Recuerdo la respuesta pero no el orden en el que dije mis prioridades:
tener una familia, escribir y tener paz espiritual. Le puede haber parecido cándido, simpático,
inusual, idealista o nada. No lo sé.
She walks in beauty like the night…
La noche cubre las formas, las transforma, les
concede un dejo de misterio que puede ser atractivo o puede infundir
miedo. Creo que yo, She, hice las dos cosas.
Durante varios años le resulté muy atractiva y después, a medida que me
fue conociendo más y no pudo relacionar quien yo era con quien creía que yo
debía ser, lo asusté.
Of cloudless climes and starry skies;
And all that’s best of dark and bright
Meet in her aspect and her eyes…
En su imaginación la noche me vestía como una
túnica, transformándome en un ser translúcido, casi incorpóreo…
Thus mellowed to that tender light
Which heaven to gaudy day denies.
La luz fuerte del día define los contornos,
dejando menos lugar a la imaginación.
Recuerdo que en los primeros tiempos, cuando volvimos a Buenos Aires, no
le gustaba salir de día. Prefería la noche y los programas de salidas al aire
libre le resultaban incómodos.
One shade the more, one ray the less,
Had half impaired the nameless grace
Which waves in every raven tress,
Una vez le preguntaron qué le había gustado de
mí cuando me conoció. Que era callada y
siempre estaba triste, fue la respuesta.
Or softly lightens o’er her face;
Where thoughts serenely sweet express
How pure, how dear their dwelling place.
Como si yo no pensase entonces. Como si el pensamiento me eludiese.
And on that cheek, and o’er that brow,
So soft, so calm, yet eloquent,
The smiles that win, the tints that glow,
Las sonrisas y el brillo de los ojos y de la
piel tostada por el sol, como partes sustanciales de la personalidad.
But tell of days in goodness spent,
A mind at peace with all below,
A heart whose love is innocent!
Como si hubiese sido inocente de toda vocación y
deseo. Ausente del mundo. Eso es. G se enamoró de una mujer ausente.